Si eres de los cuatro gatos que me sigue en Instagram te habrás dado cuenta de que la cultura pop me pone.
Especialmente en lo musical.
Y ahora es cuando te cuento que en realidad escucho muchos estilos diferentes, pero las conversaciones sobre música me dan taaaanta pereza.
Yo no sé por qué pero la gente se toma su gusto musical muy en serio y lo convierte en un rasgo identitario tan fuerte que, oye, si a una le gusta Britney Spears es porque debe ser retrasada.
Al menos en los círculos pijo-underground en los que yo me he movido en mi juventud divino tesoro.
Pues punkrockers del mundo, Toxic es un temazo, aquí y en el CBGB.
Pero vamos al tema.
Llevo unos meses asistiendo con incredulidad a la conversión cristiana de Kanye West y ayer, perdiendo el tiempo en Internet, leí algo que me dio la risa.
Personalmente no me gusta nada la deriva meapilas que está tomando la carrera del rapero más malote del barrio millonetis de turno.
Pero hubo un párrafo que me recordó por qué me fascina.
Esta es la anécdota:
En enero de este año, durante los preparativos del festival Coachella, Kanye pidió que le construyeran una cúpula a medida en medio del recinto para presentar su nuevo espectáculo.
Los organizadores le respondieron que, aunque su único objetivo en la vida era servirle a él, la cúpula no iba a ser posible por tres razones:
1. No les iba a dar tiempo a construirla.
2. La cúpula supondría reorganizar todo el festival.
3. En consecuencia tendrían que desplazar una sección enorme de baños portátiles a otro sitio.
Puf.
Madre mía, pero qué le estás contando a Kanye.
Imagínate el mosqueo que se pilló que hasta dijo que cancelaba la actuación.
¿Y sabes por qué?
Pues porque él es un artista con una visión creativa que no debería perder ni un minuto de su tiempo en hablar de meaderos portátiles.
¡Ja!
Es por cosas como estas por las que me gusta seguirle la pista. Me molan las divas.
En fin, que todo esto te lo cuento por un motivo.
Vuelve al mundo de currrelas en el que estamos tú y yo.
El mundo en el nadie te construye una cúpula por mucho que lo pidas.
Vamos, es que si me apuras te digo que a mí no me construyen ni el barco pirata de Playmobil.
Bueno, pues aunque no seas Kanye West, tú tampoco deberías perder el tiempo en hablar de meaderos portátiles.
Tu cometido es seguir tu propósito y no desviarte de él: dirigir tu negocio y concentrarte en las cosas importantes.
¿No ves que para la logística me tienes a mí, alma de cántaro?
Si te lo digo siempre: cualquier cosa que requiera de juntar letras déjala en mis manos.
Páginas de venta, secuencias de emails, posts tan didácticos como este… lo que se te ocurra.
La tecla es cosa mía.
Tú de lo que te tienes que ocupar es de que siga el espectáculo.
Punto.
Y para acabar, te cuento cómo concluyó el drama Coachella.
A Kanye tampoco le construyeron la cúpula.
Pero los organizadores detectaron en un periquete el aura mística que se gastaba y le propusieron hacer el show en lo alto de una colina, rollo el Mesías.
A Kanye le encantó la idea, se puso su mejor chilaba y dio un concierto que ni Whoopi Goldberg en Sister Act.

Y todos fueron felices y comieron caviar.
Hasta mi próxima entrada, salud y a centrarse.